Les Salinas de Añana i el Valle Salado (4art dia)

Salinas de Añana es el principal núcleo de población y capital del municipio de Añana.
Salinas de Añana posee manantiales de agua salada que forman el río Muera, debidos a que los cursos subterráneos de agua atraviesan sedimentos de sal antes de salir a la superficie y cuya explotación está documentada desde el año 822. Las salinas del Valle salado junto con las de Poza de la Sal han sido las más importantes de toda la Península Ibérica.
En la Edad Media las Salinas de Añana florecieron con el mercadeo de la sal, siendo fundada la población en 1126 por Alfonso I y constituyéndose en la villa más antigua de Álava por los fueros otorgados en 1140 por Alfonso VI de Castilla.
Las salinas están abandonadas desde mediados del siglo XX y sus maderas se degradaron rápidamente. Sin embargo recientemente se declaron Monumento histórico y ahora están en proceso de restauración debido a su valor etnográfico y turístico.
Otros monumentos destacables de la localidad son el convento de Comendadoras de San Juan de Acre de origen templario, la iglesia de Santa María de Villacones (siglos XIII al XV), la medieval Casa Palaciega de los Ozpinas y el barroco Palacio de los Herrán (siglo XVII).


El Valle Salado de Añana es una salina de interior que ocupa unos 120.000 m² del fondo de un angosto valle de planta aproximadamente triangular. Se encuentra ubicado en el municipio alavés de Añana en el País Vasco, España. La producción se basa en el aprovechamiento del agua salada de cuatro manantiales que brotan en la parte más alta del valle, desde donde se conduce hasta las eras. Sobre estas plataformas se deja reposar, para que el sol y el viento evaporen el agua y se obtenga la sal. La explotación está documentada desde el siglo IX y tras su rápida decadencia desde mediados del siglo XX, en el año 2000 comenzó un plan director impulsado por la instituciones para lograr su recuperación integral. De este modo, la antigua fábrica de sal se ha convertido en un importante producto turístico y gastronómico, pues desde el año 2010 se ha comenzado a comercializar su sal sin ánimo de lucro.


En 1984 fue declarado Monumento Histórico Nacional y en 1990 Bien de Interés Cultural. En 1998 fue inscrito en la World Heritage Tentative List de la UNESCO y en 2002 fue incluido en el Convenio de Ramsar para la protección de los humedales de importancia internacional.

El método de producción de sal. La época de elaboración de sal varía anualmente en función de las condiciones climatológicas. Comienza generalmente en mayo y termina en octubre, si bien el periodo más productivo era entre junio y septiembre, pues a partir de ese mes las largas noches retrasan el proceso de evaporación y las continuas lluvias estropean la escasa sal que se puede obtener.
El proceso de fabricación de sal consta de varios pasos. Comienza con el “llenado” de las eras con una cantidad de líquido que oscila entre dos y cuatro centímetros (unas dos pulgadas). La salmuera suele tardar en cuajar unas sesenta horas (dos días y medio) cuando el termómetro marcaba a la sombra veinticuatro grados, si la temperatura subía entre tres y cuatro grados se aceleraba el proceso unas diez horas, pero si el calor bajaba hasta los dieciséis o dieciocho, no se obtenían resultados hasta que transcurrían entre setenta y dos y noventa y seis horas (tres o cuatro días). Cuando el sol y el viento comienzan a evaporar el agua, se forman cristales en la superficie, conocidos como flores de sal, que aumentan de tamaño a medida que se van uniendo. En cuanto su peso supera la tensión superficial del agua caen al fondo, denominándose el producto final sal mineral.
Durante este ciclo es necesario “revolver” la muera cuando comienza a cuajar. De este modo, se consigue que la cristalización se produzca de manera uniforme y se evita que el producto se adhiera a la superficie de las eras o “rechine”. Una vez que la sal cristaliza, pero antes de que se evapore totalmente el agua, se procede a su recogida. Esta operación se efectúa con ayuda del rodillo, con el que se arrastra la sal desde el perímetro de la era hacia el centro generando un pequeño montón de sal. Una vez allí, se vuelca en cestos, cuyas ranuras facilitan que la sal escurra antes de almacenarla. Este proceso que cada salinero realiza en su granja se llamaba “entrar la sal”, y consiste en introducirla en los terrazos a través de los pequeños huecos o boqueras que hay en las superficies de las eras.
Otro tipo de sal que se comercializa en Salinas de Añana es el Chuzo de sal. Se trata de finas estalactitas que surgen de forma natural por aquellas zonas del valle salado por donde circula la salmuera en altura. Lo que en el pasado se consideraba un error constructivo, ya que se trata de filtraciones no deseadas del agua salada, se ha convertido en la actualidad en un preciado objeto de deseo. Su valor radica en que es un producto escaso y único de una calidad muy elevada. Que es recogido de forma manual uno a uno bajo las estructuras de madera de este insólito paisaje cultural.
En la época de máximo esplendor había en el valle más de cinco mil plataformas de evaporación que, en total, ocupaban una superficie de 95.233 metros cuadrados.

Cañon de Delika, Arava, primer dia

Para amantes de la naturaleza y sus formaciones geológicas, hoy propongo la visita al cañón de Delika, monte de Santiago y contemplar el salto del Nervión es muy recomendable.
Al ser una zona de roca caliza, hay multitud de filtraciones de agua subterránea, motivo por el cual el Salto del Nervión no suele tener agua en verano, ya que el poco agua que se recoge en la sierra tiene vías subterráneas para llegar al valle de Orduña formando el río Nervión. El resto del año la cantidad de agua recogida sí permite disfrutar de esta impresionante cascada.
 Desde el mirador Cañón del Nervión, a 300 metros de altura podemos apreciar como se deshace el agua en su caida al vacío desde lo alto de la sierra Salvada.

En un hábitat privilegiado, donde sobrevive el buitre leonado, el hacón abejero y el búho real, el hayedo cerrado que coloniza el monte de Santiago llega hasta el mismo borde de la sierra Salvada.
En otro tiempo también existía una importante presencia de lobos en la zona de sierra, aunque la explotación ganadera provocó su caza generalizada hasta su práctica desaparición, testigo de lo cual es la existencia de cuatro loberas en el Monte Santiago, trampa consistente en dos paredes de piedra de dos metros de alto que convergen en un profundo pozo.